La Segunda Oportunidad (VII): ¿dónde estáis los coaches?
Varios de los directivos con los que he conversado en estos últimos meses sobre el impacto de la pandemia en términos del liderazgo han compartido conmigo una inquietud: «¿Dónde estáis los coaches?”
La pregunta tiene miga.
Cualquier CEO se pregunta hoy en día cómo puede prepararse mejor, él y su equipo, para que la empresa y la propia organización sigan prosperando en el entorno ultra-VUCA en el que estamos inmersos. Hasta aquí normal. Pero me sorprende una pregunta tan directa a nosotros, los coaches.
Hace ya cinco años que empecé en el mundo del coaching ejecutivo. Una de las cosas que más me llamó la atención fue una cierta incoherencia entre los valores y el propósito que se suponen implícitos en él (servicio a los demás, generosidad, honestidad, apertura, vulnerabilidad, trabajo en equipo, etc.) con lo que me encontré en la realidad.
Me di cuenta de que estaba rodeado de muchos “lobos solitarios” (aun trabajando en equipo) tratando de sobrevivir en un entorno súper competitivo. Por supuesto con excepciones, como en todo en la vida. “Mis clientes”, “mi expertise”, “mi metodología”, “mis resultados»… realmente fue un shock para mí darme cuenta de ello. Venía de 25 años muy duros en una multinacional, donde desarrollar los valores que antes he comentado fue, al menos para mí, una tarea casi imposible. Salía del fuego y me metía en las brasas, cuando lo que buscaba yo era precisamente conectar con lo que a mí me faltó. Me acordé de todas estas sensaciones al escuchar la pregunta.
«¿Dónde estáis los coaches?”
Creo que la cuestión se formula en dos planos.
El primero, el más obvio, es una petición de ayuda externa y un cierto sentido de urgencia. Tiene que ver con la necesidad por parte del CEO y de su Comité de Dirección de reformular y evolucionar la cultura de liderazgo en el nuevo contexto. El foco es la empresa. En esta serie de posts de La Segunda Oportunidad he hablado sobre ello, y en el último proponía colocar el Liderazgo en el centro de la estrategia de la empresa con silla en el Comité de Dirección. A grandes males grandes remedios.
El segundo plano al que hace referencia la pregunta en cuestión viene desde el pensamiento crítico y está relacionado con el propio mundo del coaching ejecutivo. El foco es el coach y su propia evolución. El mundo se mueve muy rápidamente y las empresas están más tensionadas y exigidas que nunca. Estar en la alta dirección hoy en día no es ningún regalo. Desde estas posiciones se nos cuestiona: “¿qué estáis haciendo para estar más y mejor a nuestro servicio?” “¿cómo y hacia dónde estáis evolucionando?”
«¿Dónde estáis los coaches?”
La reflexión es válida para nosotros. ¿Cómo puedo yo estar mejor preparado para seguir prosperando en este entorno ultra-VUCA? Entendiendo por “seguir prosperando” como seguir captando clientes dándoles un mejor servicio y generando los beneficios necesarios para poder vivir de ello.
Para desarrollar la respuesta, respondamos otra pregunta. En el entorno ultra-VUCA en que nos movemos, ¿qué cambios se dan en las necesidades y expectativas de los directivos, nuestros clientes?
· El tiempo: todo se acorta, la mirada a corto plazo se impone. Mucho foco en el presente.
· La estrategia: viva, cambiante, con centro en el Propósito y Visión. Mucha atención a lo que emerge bottom-up.
· Las relaciones con los proveedores y clientes: prima la confianza, la agilidad, estructuras flexibles y adaptables y con capacidad · para co-crear de un modo creativo y rápido lo que se demanda en cada momento. Partnership, en definitiva.
· La organización: trabajo en equipo, best practices, mejora continua, equipos autogestionados. Red.
· El liderazgo: foco en el grupo. El desarrollo individual como palanca para el desarrollo colectivo. Transformación cultural.
· Toma de decisiones: compartida, más escucha activa, mayor atención a la intuición.
El “lobo solitario” replica de alguna manera el modelo patriarcal en la relación entre el coach y la empresa. El conocimiento está “encapsulado y protegido” y la relación tiende a ser muy vertical. Huye del partnership. En cambio, el trabajo en equipo es la clave en la evolución del coach y del coaching ejecutivo en general. Da una respuesta mucho más acorde a las nuevas expectativas y necesidades de los directivos y sus equipos:
·Permite tener perfiles diversos en el equipo de coaches y, por tanto, ser mucho más ágil y creativo en las respuestas a las demandas que surgen (programas, etc.).
·Fomenta el desarrollo de nuevas metodologías y evoluciona las que ya están siendo utilizadas. Además, se pueden poner en práctica en el propio equipo antes de aplicarlas a los clientes.
·Facilita abordar proyectos complejos de transformación cultural, tanto a nivel cualitativo como cuantitativo (foco en el grupo).
·Permite utilizar el feedback continuo como herramienta fundamental del desarrollo individual y colectivo del equipo de coaches: comportamientos individuales, cultura de equipo, facilitaciones de programas, supervisiones, etc.
·Acelera el aprendizaje por la experiencia compartida y genera accountability entre sus miembros.
«¿Dónde estáis los coaches?”
En definitiva, trabajar en equipo con otros coaches, mostrando las dosis adecuadas de apertura, curiosidad, generosidad, vulnerabilidad, valentía y responsabilidad, nos pone al mismo nivel que nuestros clientes, creando relaciones sanas y fructíferas con ellos, porque vivimos en nuestras propias carnes lo que están experimentando con nosotros. Los anglosajones tienen una expresión que refleja muy bien lo que he expuesto: Walk the Talk. La Segunda Oportunidad para el coach es esta.
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