Top Management

Según los cánones preestablecidos, la mía podría considerarse una trayectoria inversa, porque prácticamente empecé como alto directivo. Cuando dejé de serlo no lo viví ni como una caída ni como un fracaso, sinó que la vida me regalaba una segunda oportunidad.

Tardé un par de años en volver a situarme en los que dediqué mucho tiempo a descomprimir y a pensar. Poco a poco me iba dando cuenta de que, en lo que al principio me parecía un callejón sin salida, algo se abría camino. Así que me permití el suficiente tiempo y espacio para asegurarme de que lo siguiente que hiciera, en mi vida profesional, tuviera un sentido de propósito para mí e integrara mi esencia, de forma orgánica.

Hasta ese momento, quien había mandado había sido la trayectoria familiar y un deseo muy profundo de reconocimiento. Estudié una de las carreras que en mi época se consideraban más difíciles y con mayor futuro: Ingeniería de Caminos, Canales y Puertos, en la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC). Eso me llevó a ser Jefe de Obra, Jefe de Grupo de Obras y Delegado en Ferrovial Agroman y, durante ocho años, CEO de Cespa, empresa de servicios de Ferrovial. Me gustaba mi trabajo y se me daba bien, pero llegó a un nivel de exigencia que sus condicionantes me obligaron a darme una tregua.

Entonces supe que el cambio iba a ser más profundo que pasar de una compañía a otra, porque un nuevo marco de actuación se estaba gestando. Y, como el vacío convoca casualidades, conocí el mundo del Coaching Ejecutivo de Alta Dirección.
En seguida me di cuenta de que lo descubría desde otra dimensión. No para ayudarme a volver al ruedo, porque tenía claro que el mío era un camino sin retorno. Pero sí que podría ser el canal para servir a otros y ayudarles a prevenir ciertas dinámicas perjudiciales, antes de que éstas les obligaran a renunciar, como tuve que hacer yo. Porque sigo creyendo que la Alta Dirección es apasionante y necesaria que, ahora más que nunca, debe ser humana, sólida, resiliente, consistente y auténtica. Considero que las personas que se dedican a ella, en el actual entorno tan complejo, cambiante y con tanta presión, en muchos casos son héroes poco reconocidos e infravalorados.

El mundo empresarial me sigue gustando, no sólo por su vertiente más humana a nivel de relaciones personales, equipos, poder, organización… sinó también por la del emprendimiento, la creatividad y la estrategia. Por ello, sigo participando en él como socio fundador y accionista de diferentes empresas de temáticas que me interesan especialmente, como la comunicación inteligente, la restauración y la viticultura. Esta actividad me permite seguir en el terreno de la actividad empresarial y vinculado a ella no solo como observador sino como practitioner.