La Segunda Oportunidad (VI): Einstein, el tiempo y el liderazgo en las organizaciones
Einstein, en su famosa teoría de la relatividad, une las tres dimensiones del espacio con la del tiempo creando un modelo de 4 coordenadas. El punto clásico tridimensional pasa a ser un “suceso” y la distancia entre 2 puntos se convierte en el “intervalo” entre dos “sucesos”. De este modo, la trayectoria de una partícula describe lo que se llama “línea del universo” y siempre depende del tiempo.
Quizá la relatividad nos puede dar alguna pista más en relación con el tiempo. Una de las consecuencias más conocidas del desarrollo de este marco tetra dimensional es lo que se llama “dilatación del tiempo”. Esto quiere decir que el tiempo transcurre de manera distinta para dos personas sujetas a condiciones de velocidad o de gravedad muy diferentes.
Durante este 2020 que ahora acaba, uno de los conceptos que más ha cambiado es la percepción que tenemos del tiempo: los intervalos entre sucesos se acortan, todo se acelera, los cambios son constantes e imprevisibles y pensar a medio o largo plazo parece una quimera con aires naif.
Tiempos frágiles
En este sinfín de giros y cambios inesperados, una palabra coge fuerza día a día y va calando en nuestras vidas como lluvia fina: fragilidad. Nada permanece. Lo que vale para hoy puede no valer para mañana. Se crea una atmósfera de inseguridad, dudas y miedo. Cuesta visualizar el futuro porque el presente nos atrapa y zarandea. De pronto, nuestra propia vulnerabilidad aparece desnuda frente a la grandeza y la fuerza del universo.
¿Qué consecuencias trae este nuevo contexto desde el punto de vista del liderazgo y de las organizaciones? Enumero algunos cambios y tendencias muy interesantes:
·Pérdida de referencias. Hablar hoy de planes estratégicos a 5 años, por ejemplo, deja de tener sentido. Todo es nuevo y cambia muy rápidamente.
·Se destruye más que se construye. Es la reacción automática que busca soluciones rápidas y fáciles de ejecutar ante esa falta de referencias.
·Se invierte tiempo y energía en rediseñar indicadores, procesos y ratios, buscando recuperar en la técnica y el control el orden y la seguridad perdidos.
·Se pierde el equilibrio entre la acción y la reflexión, y aumenta la tendencia a sobreactuar.
·Aparece con fuerza en los directivos el miedo a no estar a la altura, el miedo a no ser lo suficientemente bueno y, por tanto, el miedo a ser excluido del sistema.
Existen algunos antídotos para evitar este tipo de situaciones que nos ayudarán a tener más pausa, más perspectiva y amplitud de miras:
· En el largo plazo: Reforzar y potenciar el Propósito y la Visión de la empresa como la referencia global de toda la organización. De este modo, emerge la idea del “proyecto estratégico vivo” que se adapta y evoluciona a medida que los acontecimientos transcurren, siempre navegando en ese marco estable y firme que sirve de guía.
· En el corto plazo: Invertir más tiempo y energía en la parte más interna de las personas, para desarrollar un “mindset” creativo predispuesto al aprendizaje vertical.
· Dar espacio a la reflexión. Compartir frecuentemente nuestras dudas, miedos y sueños para ampliar perspectivas, fomentar la creatividad y anclar los aprendizajes. La figura del Trusted Advisor o Consejero de Confianza (ya sea interno o externo) puede ser de mucha ayuda en estos momentos.
· Trabajar las creencias y las suposiciones que hay siempre detrás de las acciones, y hacerlo en grupo o equipo.
Ralentizar el tiempo
Cuanto más rápido viajamos más despacio pasa el tiempo. La película “Interstellar” es un buen ejemplo de lo que podría llegar a pasar en el futuro. Si alguien viajase por el espacio largo tiempo a velocidades muy altas (impensables hoy en día) o estuviera sujeto a condiciones de gravedad muy altas, a su vuelta a la Tierra su apariencia no correspondería a su edad: sería varios años más joven de lo que le tocaría.
En el contexto VUCA actual, en el que el tiempo y la fragilidad adquieren tanta relevancia, aquellas organizaciones que sepan establecer nuevos marcos de referencia que, de alguna manera, “ralenticen el tiempo”, serán las que realmente tendrán una gran ventaja competitiva sobre el resto. No por actuar menos o más despacio, sino por tener la capacidad de fluir y danzar con el tiempo.
En tiempos de mi padre la figura del director técnico tenía muchísima autoridad en las empresas. La productividad iba de la mano de la ciencia y la técnica (saber hacerlo). Ya en mi época como directivo, ese poder se fue trasladando primero hacia la figura del director financiero (que sea rentable) y más tarde al jurídico (acotando los riesgos). Y poco a poco, la figura del director de recursos humanos fue cogiendo fuerza y se fue asentando como clave en la productividad y la eficiencia de la propia organización (que sea sostenible para las personas). La línea del universo de las organizaciones sigue evolucionando.
La Segunda Oportunidad nos pide una nueva evolución. Puede estar emergiendo algo nuevo, una nueva dimensión que aporta las referencias como lo hace el tiempo en la teoría de la relatividad. ¿Por qué no el director de liderazgo como centro de gravedad del sistema? Para la empresa es vital para alinear estrategia y resultados y para las personas de la organización es necesario para alinear productividad y bienestar. Sin duda, nuestro universo también nos lo agradecerá.
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