La Segunda Oportunidad (IV): el acelerador de partículas
Vivo cerca del sincrotón Alba, un acelerador de partículas en forma circular. Su construcción costó unos 200 M€. Es una infraestructura en forma de hélice metálica de 90 m de diámetro en la que las partículas se mantienen en una órbita cerrada. No soy ningún entendido en la materia, aunque siempre me ha generado mucha curiosidad.
El principio básico de funcionamiento es acelerar las partículas cargadas (electrones en su caso) utilizando campos electromagnéticos y hacer que choquen unas con otras, formándose así nuevas partículas, y estudiando tanto las originales como las nuevas. Tiene múltiples aplicaciones en la investigación científica (medicina, nuevos materiales, redes de distribución, biología, etc.).
Tengo la impresión de que la covid-19 está actuando como un campo electromagnético en un acelerador de partículas. Las ideas, conceptos, estrategias, costumbres, tecnología, formas de relacionarnos que existían antes de la aparición del virus son las partículas antiguas que colisionan y se transforman en nuevas de un modo y a una velocidad que no esperábamos. El equilibrio se ha roto y de pronto todo se ha acelerado.
Muchas de las cosas de lo que llamamos “nueva normalidad” ya estaban apuntadas desde hace tiempo, pero en un desarrollo “controlado”: el consumo desenfrenado y la escasez de recursos, el impacto sobre el planeta de nuestra manera de vivir, la burbuja de falsa seguridad del mundo desarrollado, el debate sobre las libertades individuales, el cuidado de los mayores, el valor de las relaciones personales, el tratamiento de la muerte misma, el teletrabajo, la importancia de la sanidad, de las escuelas y las universidades, el debate sobre modelos educativos… Ya teníamos información disponible para prever que habría cambios. Lo que no podíamos prever es la velocidad a la que se están produciendo esos cambios.
La nueva normalidad es nuestra desnudez
Intuíamos los contornos y las figuras de las cosas pero no sus detalles, como si nuestra vida hubiera estado envuelta en una neblina. De pronto, un fuerte viento la ha barrido y todo aparece ante nosotros en su completa y desnuda realidad.
Como en “El traje nuevo del emperador”, nos hemos percatado de que vamos desnudos. En el famoso cuento de Hans Christian Andersen, el emperador se percata de su desnudez, pero demasiado avergonzado para reconocerlo, sigue desfilando impasible ante las risas de sus súbditos. Bloqueado, es incapaz de tomar una decisión y actuar.
Hoy, más que nunca, necesitamos tomar decisiones. Para ello debemos conectar con nuestros valores fundamentales y también coger perspectiva y distancia, para no dejarnos arrastrar por esa corriente magnética generada ni por el impacto de vernos, de pronto, desnudos. Vivimos una época apasionante desde el punto de vista del liderazgo individual y colectivo.
En un mundo en el que las empresas tienen muchísima influencia, el papel de los directivos es fundamental para interpretar de manera adecuada las nuevas partículas que se están generando y, de este modo, tomar las decisiones en la dirección correcta. Sin prisa pero sin pausa.
Estar al frente de una compañía y mantenerla viva, hoy en día, es ya una heroicidad. Pero hacerlo además desde el liderazgo al servicio de las personas es lo que verdaderamente lo cambia todo. La Segunda Oportunidad está, en una buena parte, en vuestras manos.
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