¿Qué hace un ingeniero de caminos, canales y puertos, en el mundo del coaching? (y IV)
Identidad.
“¿Cuáles son tus valores?” Durante la mayor parte de mi vida no habría sabido qué responder a esta pregunta. Y si además hubiera ido acompañada de un “¿Y qué le da sentido a tu vida?, ¿cuál es tu propósito?” mi cara ya pasaría de la sorpresa a la mueca de sospecha y alerta… “¿qué querrá de mí este?”
En casa, en el colegio, en la universidad, me enseñaron un montón de cosas. Aprendí a hacerme el nudo de la corbata, a hacer integrales triples (¡de verdad, existen!), aprendí también las reglas de la buena educación y a distinguir entre lo que conviene decir y lo que no. Los expertos lo llaman “socialización”.
Pero nadie me enseñó a cómo mirarme hacia dentro. Nadie me ayudó a saber quién era yo realmente y qué es lo quería para mí. Una cosa es construir en base a lo que hay fuera de ti y otra muy diferente es hacerlo desde quien tu eres, desde tu Identidad. ¿Cómo puede ser que nos saltemos esta parte tan importante? Hablo de la esencia individual y única de cada ser humano. Es íntima y profunda y está conectada con algo que nos transciende. No tiene nada que ver con lo aprendido o con las ideas (si somos de derechas o de izquierdas, creyentes o no, del Barça o del Madrid).
El equilibrio entre el Ser y el Hacer es hoy un bien muy preciado, pero se ha convertido en una lucha desigual. La sociedad “desarrollada” invierte permanentemente en lo segundo, y a menudo da la impresión de que lo primero molesta. Parecen enfrentados cuando en realidad son complementarios y necesarios al mismo tiempo. Juntos y en armonía, forman una espiral creciente en posibilidades y creatividad que nos llena de satisfacción y nos acerca a la plenitud.
En mi caso, la honestidad, el amor a la libertad y la prudencia son mis tres valores fundamentales. Los reconozco, entre otras cosas, porque a lo largo de mi vida he tenido muchas ocasiones de ponerlos a prueba, tanto a nivel personal como profesional. Podría poner muchos ejemplos, y hasta escribir un libro entero, pero no creo que venga a cuento. Alinear mis comportamientos con ellos me llena de energía y satisfacción. Cuando voy en contra, me siento decepcionado, triste y débil.
Y ahora me pregunto, ¿qué es lo que verdaderamente da sentido a mi vida en este momento?
Salí del mundo corporativo de la alta dirección porque no supe medir bien todo lo que se me venía encima. No estaba preparado para gestionar el entorno VUCA en el que nos movemos hoy. Poco a poco, como si de un gran árbol solitario se tratara, a merced de las tempestades y de los fuertes vientos, mis raíces fueron arrancadas, una tras otra, y a la enésima embestida, el árbol cedió. No fui consciente, tampoco tenía las herramientas para hacerme fuerte. Aún más, mis raíces no estaban firmemente cosidas a la tierra pues bebían mucho más de mis miedos que de mi propia Identidad.
Y algo nuevo empezó a crecer. La suerte, mis permanentes ganas de aprender, mi instinto de supervivencia y un intenso trabajo interior con la ayuda de mucha gente maravillosa, han sido los principales nutrientes de este árbol renacido que brota con fuerza.
En esta etapa de mi vida, lo que tiene sentido para mí es unir mi experiencia como ser humano y directivo de empresa a todo lo que he aprendido en el mundo del coaching, para ponerlo al servicio de personas que están ahora en el mundo corporativo. Cuando conecto con mis clientes siento algo único, algo que me llena y me alimenta profundamente. Vivir y crear desde mi Identidad me conecta con la Vida en mayúsculas. No es fácil porque me enfrenta a mis miedos y me lleva a la incomodidad. Y cuando lo hago, siento que las piezas del puzle de mi vida encajan perfectamente.
Al Javier directivo le hubiese encantado tener las herramientas de que dispongo hoy como coach. Por mí, y, especialmente, por todas aquellas personas con las que interaccioné. Pero me habría perdido toda una experiencia increíble de aprendizajes de todos los colores. Cada momento vivido, cada emoción, cada hecho, cada sonrisa, cada lágrima, cada éxito, cada relación, cada lorazepam o cada tranxilium, todo ello ha sido un regalo para mí y tiene sentido ahora.
Por eso estoy escribiendo en este momento, mucho más como coach que como ingeniero, aunque, por encima de todo, como quien soy.
Javier Llansó, un ingeniero de caminos, canales y puertos, en el mundo del coaching.
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